Una noche más de insomnio en la que reina la oscuridad, las ganas de dormir y no poder porque algunos pensamientos no dejan de merodear por la cabeza y parece que no quieren acabar el día. Lo intentas una y otra vez. Intentas que esos pensamientos abandonen tu mente, pero el resultado es inútil. Todos ellos aparecen uno detrás de otro. Lo bueno del día, lo malo, las preocupaciones, las alegrías, las tristezas...
Es imposible dejar de dar vueltas en la cama y cambiar del lado derecho al izquierdo, del izquierdo hacia arriba y de arriba hacia abajo se ha convertido en el baile de cada noche. Entonces cuando has pensado en todo lo que ocurrió durante el día de todas las maneras posibles, el agotamiento se hace de notar y los ojos empiezan a cerrarse siendo una noche más la almohada fiel compañera de los sueños que están por venir.
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